-¡Maldita sea no puede ser! ¿Eres imbécil o te haces Adam?
-¡¿Disculpa papá?!
Mi padre jamás me había hablado así, me sentí tan...
-¿Por qué me hablas así?
-Señor y señora Keller, creo que deberían bajar el tono y conversar en un lugar más privado, los empleados podrían escuchar y... No sería adecuado que alguno de ellos corriera más rumores, además todos están ya muy alterados.
Joseph interrumpió intentando calmarnos. Cómo si mis padres fueran a escucharlo.
-¿Quién te crees que eres para decirnos lo que tenemos qué hacer? ¡Eres un simple mayordomo! Si yo quiero en este mismo instante te lanzo a la calle con tus trapos!
Mi padre perdió la paciencia y yo, yo perdí la cabeza.
-¿Y quién te crees tú qué eres para hablarle así a mi mayordomo? ¡Por si no lo has notado esta casa es mía! ¡Nada de lo que hay aquí te pertenece ni a ti ni a mi madre y ninguno de los dos tiene el derecho de venir a gritar, a dar órdenes o a correr a mis empleados!
¡Así que si no van a respetar, se largan!
El rost