Mariem se levantó despacio y lo miró como una serpiente llena de odio y con una sonrisa burlona le dijo:
—¡Príncipe¡ que me casé con un Príncipe, me pregunto lo que haría papá si supiera que no eres más que un muerto de hambre usurpador.
—Y de que te vale a ti tener sangre noble cuando no pasas de ser más que una p**a.
—Puta, eso es lo que se te ocurre decirme, claro, tu madre lo era y piensas que todas las mujeres somos iguales.
—No deberías meter a mi madre en esto.
—Que pasa David, ¿te avergüenza tu pasado y tu verdadero origen?
—No me digas David, solo el abuelo Liam lo hacía y tú no tienes derecho.
Mariem se acercó al escritorio y tomó el documento de divorcio y la pluma que había dejado su padre y lo firmó. Después lo mi