Capítulo 40

Lorenzo.

(...)

El silencio dentro del auto es abrumador, no tengo un ataque de pánico, a mi edad eso es ridículo, además tampoco hay una razón, sin embargo, mi cuerpo se comporta como si lo sufriese.

Me sudan las manos, mi respiración está agitada, me parece que mis oídos se han tapado y que el sonido de mis latidos es ensordecedor.

Detenido el auto en el arcén, me bajo y estoy mareado, así que me siento en el suelo a esperar que el ataque pase.

Karina se acerca a mí con una botella de agua y me la da. La tomo sin pensarlo y bebé un poco, pero siento que voy a vomitar.

—No sé qué me pasa.

—Es por ella, por tener que irse y dejarla.

—Es ridículo, pero es así.

—Todo va a mejorar, hay cosas que pasan por una razón.

—Lo sé, es decir, mi parte lógic

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