Por Macarena
Entré al toilette, no hubiese querido alejarme de Franco, las mujeres lo miraban demasiado y todo el tiempo, pero necesitaba hacer pis.
Sabía que era mi prueba, porque en cuanto me dirigí al baño de damas, vi de reojo, a esa tal Mabel, venir en mi dirección.
Era hermosa, llamativa, con un cuerpo curvilíneo, me hacía acordar a Lizi, por el cuerpo, no por la cara ni por el trato.
Hago mis necesidades y cuando me estoy lavando las manos, se me acerca Mabel, demasiado, hasta le sentí olor a alcohol.
-¿Te pensás que estás a mi altura?¿Qué lo vas a hacer feliz como yo? Mirá lo que tengo.
Me dice y señala sus pechos.
Era verdad, parecía una Diosa Griega, los pechos de esa mujer sobresalen de forma espectacular y supongo que eso es lo que les gusta a los hombres.
Yo tengo un busto normal, mediano, más pequeño que grande, me sentí aún más insegura.
Estuve al lado de Franco toda la noche y no es que me ignoró, pero solo me trató como a su secretaria.
¿Se habrá arrepentido de haberm