Capítulo 5

Kira Petrova

No sé en qué momento me atreví a hacer está locura, pero ya estoy metida en este embrollo. Me encuentro con Agata en una tienda de lencería comprando las cosas necesarias para el acto que daré por primera vez hoy.

Esta noche haré acto de presencia en The Dark, el local donde trabajan las chicas. Estoy muy ansiosa porque no sé si lo que tengo preparado vaya a agradarles. Esta semana preparé la rutina según lo que observé la noche que fui de espectadora; Yelena también me ayudó integrando pasos sensuales que captarán la atención de los hombres. Esto es muy importante para que puedan darme propina y obtenga una buena paga.

—Este conjunto se te verá bien, Kira. —escucho a Ágata a lo lejos mientras yo camino por los pasillos del lugar.

Me dirijo hasta donde se encuentra y tiene alzado un diminuto vestido rojo.

—Definitivamente, no —me niego.

—¿Por qué no? Te quedará hermoso; tu tez es blanca y resaltará a la perfección el color de tus ojos. Piénsalo.

—No, Agata. Es una locura. Nunca me he puesto algo como eso, mi madre me matará si se entera de esto.

—Kira, recuerda por qué estás haciendo esto. Por culpa de ella has tenido que buscar trabajo.

Bufo al escucharla. Ellas creen que mi madre es la malvada porque me dejó a la intemperie, pero yo entiendo claramente los motivos de su decisión. 

—No te expreses así, sabes muy bien lo que opino de eso.

—Muy bien, no diré nada más. Compremos lo que hace falta, debemos apresurarnos.

Pasamos la tarde de tienda en tienda hasta que finalmente encontré el atuendo perfecto para mí. Un conjunto de dos piezas tejido, de color negro. Se ajusta perfectamente a mi cuerpo y muestra toda mi figura. Adicional a esto, seleccioné un buzo de malla con capucha amplia del mismo color, pero de tela transparente para colocármelo por encima del traje; lo necesito para el acto. Cuando estoy por cancelar la compra veo al costado unos antifaces hermosos, me acerco y los visualizo de cerca. Uno de ellos capta mi atención y me lo pruebo por encima para verificar si me queda bien. Me quedo fascinada con lo bien que se ve mi rostro; además es la forma ideal de ocultar mi rostro y que no me reconozcan. 

Salimos de allí con todas las cosas y mis nervios comienzan a ponerse a flor de piel al ver cómo las horas pasan rápidamente dejándome tan poco tiempo para prepararme mentalmente. 

(***)

Por la noche, Yelena vino a ayudarme a preparar. Me maquilló y pintó mis labios de rojo oscuro. Guardé el buso, el antifaz y las zapatillas en un bolso pequeño que llevo conmigo; el resto de la ropa la llevo puesta. 

—¿Lista? —inquiere Ágata. 

—No, pero vámonos antes de que me arrepienta. 

Ellas sonríen. 

—Lo harás bien, de seguro les encantará tu acto. 

—Eso no es lo que me preocupa —comento. 

—¿Entonces? 

—Lo que me tiene nerviosa es presentarme delante de tantos hombres y que todos tengan la mirada fija en mí.

—No pienses en eso, imagina que es como las presentaciones que hacemos. 

—No es igual. En las presentaciones cada espectador está al pendiente del espectáculo y no de mi cuerpo. 

—Es cierto, pero tú solo imagínalo de la forma que te estoy diciendo y todo saldrá bien. Cuando salgas centra tu mente en que es el acto de tus sueños y que estás en el teatro más grande del mundo teniendo tu primer solo.  

Respiro profundo y boto el aire. Agata palmea mi espalda y profiere: 

—Confiamos en ti, estarás estupenda. Vamos… 

Salimos de la academia y tomamos el taxi que nos esperaba en la entrada. Minutos después llegamos al local y nos adentramos a un mundo totalmente distinto. A estas horas de la noche la gente normal duerme y los demonios nocturnos están al acecho. 

Entramos al camerino dónde todas las chicas se preparan para dar un buen espectáculo y Yelena me presenta: 

—Hola, chicas. Les presento a… —gira a verme y me pregunta: ¿Qué seudónimo usarás? 

La miro confundida sin saber a qué se refiere. 

—¿Seudónimo? —inquiero. 

—Sí, el nombre que utilizarás para identificarte en el escenario. 

—Ah… —me detengo a pensar y no se me ocurre nada. 

—The angel. —escuchamos a una de las chicas expresar. Levantamos la vista y esta nos sonríe—. Es acorde a tu rostro. Por lo que veo es la primera vez que haces esto, así que el seudónimo es perfecto. 

—Me gusta —expresa Agata. 

—De nada —dice la chica pelirroja y sonríe. 

—Gracias… —profiero. 

—Bueno como les decía, ella es The angel. Trátenla bien para que no se espante —ríen. 

Cada una me da la bienvenida a su estilo y me dirijo al final del pasillo donde Yelena y Agata acomodan sus cosas. La noche transcurre entre idas y vueltas de las chicas hasta que finalmente es mi turno. Llevo todo el atuendo puesto cuando Yelena aparece junto a Agata porque ambas actuaron en dúo hoy. 

—¡Kira, te ves increíble! —se sorprenden al verme.

Sonrío tímidamente porque no sé si lo que menciona es completamente cierto.

Llevo el cabello suelto con ondas que caen sobre mis hombros, pero el antifaz todavía no me lo he puesto porque no sé si se verá sobrecargado el atuendo. 

—Gracias… 

—Amiga, ¡por Dios! De seguro obtendrás una buena propina con solo hacer acto de presencia. 

Rio. 

—No digas tonterías, ojalá fuera así de fácil —respondo. 

—Bueno, lo que te queremos decir con esto es que te luzcas en el acto porque físicamente estás de infarto. 

—Cree en ti misma, Kira. Aprende a tenerte más confianza. Siempre te lo dicen en clases, recuérdalo…

—Lo intentaré, gracias… 

—Ve y cómete el mundo. 

Salgo del camerino con el antifaz en la mano. Es cierto lo que ellas dicen, debo confiar más en mí misma y volar alto como me lo dijo mi madre. Antes de salir al escenario me coloco el antifaz y me subo la capucha tapándome el cabello. 

Escucho el compás de la música y salgo. Veo a todos a mi alrededor y cada uno está concentrado en lo suyo hasta que la luz del reflector me apunta. 

“Esta noche tenemos una nueva integrante que nos deleitará con un gran espectáculo, ella es The angel…”

Cuando la voz masculina termina de gesticular sus palabras por el intercomunicador, todos los hombres fijan su mirada en mí. Comienzo a sentirme nerviosa, pero respiro profundo y recuerdo las palabras anteriores que las chicas me dijeron previamente a salir. Tú puedes, Kira. Es por tu futuro, me digo mentalmente. 

Levanto la cabeza con determinación y comienzo a moverme al compás de la música. Lo bueno es que ninguno puede ver mi verdadero rostro, así que puedo ser esa chica que ha querido salir de su escondite por muchos años. Es hora de demostrar mi lado perverso y oscuro porque estoy segura de que se esconde en alguna parte de mí. 

Muevo mis caderas y hago pasos mixtos. Me subo al tubo y hago algunas maniobras practicadas con Yelena. La capucha se me baja poniendo al descubierto las ondas de mi cabello, ante esto, algo se apodera de mí y hago movimientos sensuales en cada paso que doy.

Le sonrió a uno que otro sujeto y acaricio mi cuerpo. Recorro todo el escenario para no quedarme fija en un solo lugar y que todos puedan ver lo que hago. 

Finalmente termino jadeante y cansada, pero a la vez satisfecha de lo que acabo de hacer. ¡No puedo creer que lo haya hecho! Camino hacia la punta del escenario y me despido de los espectadores quitándome el buso y exponiendo mi cuerpo por completo. Giro y no sé por qué, pero levanto la mirada hacia la parte superior del local. Allí rápidamente diviso al querido Adonis que vi la primera vez que estuve aquí. Él se queda observándome y yo no le aparto la mirada. ¡Joder! Hoy está más guapo que ese día o son ideas mías, pienso. Lo cierto es que verlo me hizo subir de nuevo la adrenalina, así que le sonrió atrevidamente. Él no tiene ninguna reacción ante mi gesto, por eso decido retirarme al camerino antes de que me digan algo. Sin embargo, cuando salgo del escenario caigo en cuenta de algo, ¡carajo! El Adonis me vio bailando. 

—¡Kira! —Yelena me saca de mis pensamientos—. Joder, amiga eso estuvo de infarto. 

Rio al escucharla. 

—¡Mierda, sí! Menos mal que estabas nerviosa porque de lo contrario quién sabe lo que hubieras hecho —se carcajean mientras caminamos hacia los camerinos. 

—Felicidades, The angel. Tu acto fue el mejor de esta noche... —comenta una voz gruesa detrás de mí. 

Detengo el paso y giro a ver de quién se trata, lo que no esperé es encontrarme al Adonis parado justo frente a mí. ¡Ca-ra-jo! 

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