Parte 3...
Isabela
— Pareces estar aburrida.
Me sobresalté y me giré rápidamente, estaba distraída pensando en qué hacer. Era la madre de Enzo.
— Pensé que estuvieras durmiendo - me acomodé en el banco y ella se sentó a mi lado — Por eso no quise llamarla.
— Estaba en la habitación sí, pero no durmiendo - golpeó suavemente mi muslo — ¿Qué pasa ahora? No me digas que mi hijo fue grosero contigo - frunció el ceño.
— Ah, no... Todo lo contrario - apreté los dedos de las manos sobre mi regazo — Fue muy bueno haber salido con él... Es que estaba pensando un poco sobre ciertas cosas...
— ¿Y qué cosas serían esas? ¿Puedo ayudar en algo?
— Usted es muy amable, Yelena.
— Llámame tú, no necesitamos formalidades dentro de la familia - me tocó la pierna — Vamos. Dime qué te aflige.
Hice un puchero con los labios. Enzo me dijo que no contara lo sucedido a su madre.
— Bueno, creo que pasé demasiado tiempo en el convento y necesito soltarme más - inhalé profundamente — Creo que... Dado que voy a ser