Capítulo 26.

Toda mi sangre se congeló, incluso deje de respirar, mis ojos no podían creer lo que vieron, era Daniel con dos mujeres amarradas colgando del techo y este estaba golpeando a una de las mujeres con un látigo, mientras que con la otra mano introducía un aparato por detrás, el cuerpo de ambas estaba rojo y llenos de morados, mientras él, muy tranquilo de pie completamente vestido, los gritos de las mujeres eran una combinación de dolor y satisfacción. Él ejercía tal fuerza que podía escuchar como la chica que penetraba lloraba a gritos. Y como su cuerpo se movía duro allí suspendida.  Aquella pantalla se apagó y retrocedí, me cuestioné si el haría eso mismo conmigo, agarró el celular en sus manos y lo guardó en su bolsillo. Me tomo del brazo jalándome de nuevo a la casa, ya no quería quedarme en ese lugar, y menos con lo que acababa de

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