“¿Que comiste de desayuno?”. Ella volvió a encogerse de hombros. “¿Y almorzaste hasta diez patatas fritas?”. Ella volvió a encogerse de hombros. “Octavia, ¡¿te estás muriendo de hambre?!”.
“¿Qué? ¡No, por supuesto que no!”. Ella exclamó pero cruzó los dedos justo antes de decir eso. Nunca había cono