—¡Son preciosos!
Helena extendió los brazos queriendo cargarlos, mientras Eloísa apretaba protectoramente a los pequeños contra su pecho.
Se trataba de su hermana, la persona que quería sostener a los gemelos, sin embargo, un sentimiento de resguardo le instaba a no dárselos.
Fueron varios segundos los que permanecieron así. Helena ladeó la cabeza sin entender la razón por la cual no se los daba, mientras Eloísa pensaba en una excusa para darle a su hermana y que desistiera de la idea de quitarle a sus pequeños.
«Es tarde», susurró una vocecita en su alterada mente. Y vaya que lo era, ya no había marcha atrás, con todo el dolor de su alma debía entregar a sus hijos en manos de Helena y Henrick.
Eloísa asintió e invitó a su hermana a acercarse. Con mucho cuidado Helena cargo al primero de los bebés, se trataba de Aarón, mientras halaga lo bello que había resultado.
—Oh, es idéntico a Henrick—susurró la mujer, mirando al niño con devoción.
La joven nuevamente asintió dándole la r