Siento mucho frío, hace un par de horas que salí de la habitación dónde me había peleado con Ainara y Theo. Mi bebé ha estado moviéndose mucho, sé que es lo que quiere y espera.
— Ya estás acostumbrado o acostumbrada ¿No es así?
Le hable acariciando mi barriga.
Me puse de pie y me asomé con cuidado en las puertas que dan a la terraza, quiero cerciorarme que no haya nadie por ahí. Después de cumplir mi ronda de vigilancia entonces me dirijo a la cocina.
Cómo todas las noches preparo mi taza con chocolate caliente y ricos malvaviscos, quitó mis pantuflas y me dirijo a la habitación de mi pequeña niña, abro con cuidado y me arrepiento a montones pues mi hermana se encontraba terminando de taparla y prepararla para dormir. Así que obviamente se dio cuenta de mi presencia.
— ¿Podemos hablar? — Pregunto mirándome, Alina también giró su vista a mí .
— Tía, ¿Mamá y tú están peleadas? — preguntó con su vocecita adormecida.
Negué.
>> Ustedes no se hablan así, yo sé que si están peleadas. Hablen