Las mujeres se levantan y se van después de comer, Klaus y yo nos quedamos sentados, cuando terminan por recoger la mesa los empleados comenzamos a jugar ajedrez a pesar de ser muy competitivo, Klaus me tiene paciencia.
— Así que enamorado de una latina, ¿no? — dice mirándome, muevo el caballo y asiento.
— Han pasado muchos años desde que no me había sentido así, la verdad — se ríe y ruedo los ojos — sigo sin creer que armara un plan para casarse enseguida — me mira asintiendo.
— Cuando la herencia está por salirse de tus manos no hay de otra que tener un plan B — asiento dándole la razón.
— Al menos no secuestraste a una latina — me mira sorprendido y me encojo de hombros.
— ¿No que para ti las mujeres son benditas? — pregunta confundido moviendo el rey y ataca un peón.
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