—Si lo hubiera notado, no te lo habría vendido.
—Tía, tienes razón. Miguel, ahora entréganos el hongo rojo y te devolveremos los dos millones —reprochó Victoria.
Ni siquiera el engañoso de Mario recuperó lo que había vendido. ¿Cómo podían actuar tan naturalmente estas dos mujeres al hacer esto?
—¡Ja