—Victoria, este hongo no te servirá para nada. Si te sientes mal, puedo ayudarte. Por supuesto, estaré dispuesto a pagarte. Véndeme el hongo.
Victoria sacudió la cabeza y frunció los labios.
—Me siento perfectamente bien. No necesito tu ayuda. ¿Crees que puedes curarme? ¿Quién te crees que eres?
Al