Siendo el segundo señorito de la familia Álvarez, ¿cómo podía arrodillarse para pedir perdón a alguien?
—¿Quieres que te pida perdón? ¡Soy el segundo señorito de la familia Álvarez!
—Pues, si no quieres hacerlo, puedes esperar tu muerte —Mía se encogió de hombros y le respondió con indiferencia.
—¡M