—Miguel, no me intentes calumniar —Francisco, un poco ansioso, refutó inmediatamente.
Estaba muy agitado y pretendió persuadir:
—¿Si no fuera por Alicia, piensan que me importa su seguridad?
Ana escuchó las palabras de Francisco y sintió más respeto por él.
—Mira, ¡qué benevolente es el señor Ramos!