Capítulo 6.

•Pequeño Diablillo•

-Sera-

Los últimos minutos habían sido un completo caos en mi vida. Principalmente desde que supe que el niño al que debería instruir no era nada más y nada menos que el hijo del CEO.

¿A caso la vida me odiaba? No quería imaginarme que por reprobar un examen yo terminará en la cárcel por algún tipo de fraude o no cumplir con lo acordado. Sin embargo el contrato era claro en todos los aspectos. Vernos tres horas sábado y domingo por tres semanas. Las calificaciones que estaban colocadas en la ficha del niño, no eran malas antes. De hecho tenía un promedio perfecto. Me preguntó ¿Qué habrá sido lo que ocasionó que disminuyera su nivel académico?

Lleva reprobadas más de dos asignaturas. La única con promedio excelente es Artes y dibujo.

—¿Cenarás algo?— Amanda entra a mi habitación con un tazón de cereales cubiertos de miel nadando en leche chocolatada.

—Aún debo hacer unos pendientes.

—¿Me contarás qué paso?

—Son cosas del trabajo. Estoy segura que se resolverán. ¿Me sirves uno igual al tuyo?— sonrió cerrando mi laptop.

Después del incidente de esta mañana, no podría decir que fue el mejor primer día como asistente de todos. Al contrario.

El señor Arcuri llamó a uno de sus trabajadores para que me trajera a casa. Daniel se impresionó bastante cuando me vio. Después su expresión cambio a ser una de enojo y reprobó que yo fuese su maestra los fines de semana.

He tratado con muchos niños. Desde que estaba en el orfanato, sé que le desagrado. Y muy probablemente haga cualquier cosa para evitarme.

—Supongo que será como los viejos tiempos.

—¿Haz visto mis zapatillas deportivas?— No entiendo cómo es que siempre se me hace tarde.

—Deben estar debajo de tu cama— Grita Amanda desde la cocina.

—Claro— ruedo los ojos. Siempre dejo los zapatos debajo de la cama. Y a final de cuentas me da pereza sacarlos.

Hoy decidí ir cómoda a mi primer fin de semana con Daniel. Me coloque unos jeans negros, camiseta blanca y un lazo en el cabello.

—Deséame suerte por favor— regreso tomando mis cosas de la sala.

—La tendrás. Dejaré las llaves en la entrada. Hoy salgo tarde de la florería. ¿Quieres que traiga algo para cenar o prefieres que cocine yo?— lo pienso un segundo.

—Saldrás después que yo. Déjame la cena a mí — La castaña levanta las cejas y se cruza de brazos. —¿Prometes no incendiar el departamento?— río negando.

—Lo prometo. Bueno nos vemos.

Corro hacia la parada de autobuses. La dirección que el señor Arcuri me proporcionó marca su residencia hasta el otro lado de la compañía Arcuri. Así que tomara unos veinte minutos más que el trayecto normal, llegar.

El cielo está libre de nubes, lo cual hace que mi ánimo este bastante entusiasta.

Me coloco mis audífonos esperando llegar a tiempo. Este día me recuerda a mi cumpleaños número veintiséis. Fue apenas hace un par de meses atrás. La fecha real de mi nacimiento nunca la conocí. Agatha y Lourdes decidieron colocarme la fecha en el día que llegue al Rosal. Era una recién nacida. Hay recuerdos de ese lugar que mantengo bloqueados por mi seguridad. A pesar de los años que mantuve mi proceso de terapia. Aún hay pequeñas heridas, grietas que dejó el pasado.

Los minutos pasan, llego justo cuando faltan diez minutos para las diez de la mañana. El lugar es bastante hermoso, la mayoría de casas aquí son verdaderas mansiones. Aún debo caminar otro poco para llegar a la residencia. Conforme me acerco me doy cuenta de la gran seguridad que poseen este tipo de complejos. La casa del señor Arcuri está cubierta por una barra que impide el acceso visual. Una enorme puerta de ingreso es lo que logro presenciar. Toco un timbre con una especie de grabadora.

—Residencia Arcuri. ¿Quién?

—Soy Sera Llilvian. Empleada del señor Arcuri. Soy la… Institutriz — suena un poco extraño cuando lo menciono.

—Acceso permitido. Adelante.

La puerta se abre. Un hombre de traje como pingüino me mira fijamente. No sabía que aún se usaban esas vestimentas.

— Am, Hola Soy…

—La señorita Sera. Lo sé. Acompáñeme por favor. Mi nombre es Simone, soy el mayordomo de la mansión Arcuri desde hace veinte años— trago saliva. Este señor da un poco de miedo. Aunque su bigote en forma de brocha lo hace ver un poco gracioso.

 El recorrido por el jardín principal es bastante hermoso. Hay estatuas de delfines en los exteriores, el césped, las flores, todo parece bastante lindo y cuidado.

«¿Bueno que esperaba de alguien que nada en dinero?»

La casa es aún más grandiosa. Estoy segura que tiene más habitaciones que el complejo de departamentos donde vivo. Nuevamente los colores neutros y dorados resaltan en la decoración.

—El joven Daniel se encuentra en el estudio que usa para sus clases extra curriculares. Cómo sabe el verano a comenzado, logramos pautar sus notas en recuperación. De usted depende que pase el siguiente año— trago saliva nerviosa.

Me guía por las escaleras hacia un pasillo.

—Es allí —apunta una puerta entre abierta.

—Si necesita algo puede pedírselo a la ama de llaves. Hay varios baños en esta sección. Justo a dos puertas más adelantes encontrará un tocador— baja la cabeza en señal de saludo y sale de mi vista.

Arrugo la frente. Ese hombre me miraba como si fuese un fantasma. Su expresión fue bastante extraña. Me acerco a la puerta pero antes de entrar percibo un olor un poco extraño. ¿Por qué olería a huevos en un estudio? Sonrió de lado. Ahora entiendo por qué la puerta está entre abierta.

—Gracias por guiarme. Ya entraré al estudio— Exclamo siguiendo el juego. Retrocedo lo suficiente para darle una patada a la puerta y que está se abra.

En cuanto el impulso llega, una cubeta cae al piso. Retrocedo un poco más para no mancharme con el líquido que se ha esparcido por todo el piso de madera.

Sera 1

Daniel 0.

Brinco el charco hacia el interior. El pequeño diablillo luce bastante molesto, su ceño está fruncido, cejas juntas y labios en una perfecta línea de decepción.

—Creo que pisaste con el pie izquierdo está mañana — Siseo dejando mis cosas sobre la mesa del interior.

—¿Qué pasó aquí?— Una mujer con el mismo uniforme de pingüino luce aterrizada con la escena del piso.

—Bromas de niños. No se preocupe yo puedo limpiar.

—Usted es idéntica a… — arrugo la frente. La mujer no termina la oración —Limpiaré.

Siento un extraño vacío en el estómago. Y estoy segura que no es hambre.

Regreso la mirada hacia el pequeño de ojos azules.

—Bueno. ¿Por dónde empezamos?

Daniel es un niño bastante inteligente. Pero se ha negado a alzar la mano. Por lo que me hace pensar que quizás no tiene nada que ver lo académico. Alguna circunstancia con su padre debe estar ocasionando su bajo rendimiento.

Suspiro, todas sus operaciones matemáticas están correctas. Incluso dos trampas que coloqué con procesos un año más avanzado. Le miró de reojo, está cruzado de brazos observándome, con esa mirada desafiante.

Acto seguido se pone de pie y coge una bolsa de frituras. Se acerca a mí dándome la indicación de tomar una. Entrecierro los ojos.

—No gracias, puedes comerlas tú. Yo estoy a dieta— copia mi acción de achinar la mirada. Seguramente tenían algo.

—Tú no me quieres aquí. ¿Verdad?— levanto un poco mi torso hacía en frente.

—Eres igual que papá, solo quieren controlarme— niego con la cabeza.

—No soy una villana Danny— sonrió de lado.

—¡No me digas Danny! Ella me decía así— de pronto sus ojos se cristalizan. Se da la vuelta y abraza a si mismo.

Me pongo de pie colocándome justo detrás de él.

—Te entiendo. Pase toda mi vida en un orfanato, desde recién nacida— se da la vuelta viéndome. —No pretendo ser alguien amargado y parecerme a un ogro, dejémoslo ese papel a tu padre.

¿No crees?— ríe un poco.

—Hiciste muy bien tus trabajos. Y terminamos bastante temprano.

—¡Te mostraré la casa vamos!— Sonrió. El rubio me toma de la mano y empezamos a correr.

Recuerdo mi estadía en la casa hogar, los días de lluvia en donde Amanda, Demián y yo, corríamos por los pasillos huyendo de las hermanas.

—Bueno, alcánzame — empiezo a acelerar dejando un poco atrás al pequeño quien grita en protesta. Le miró y por un segundo su rostro cambia a uno totalmente serio. Regreso la mirada al frente, pero es demasiado tarde, el cuerpo del Señor Arcuri se interpone en medio del pasillo.

Y termino estrellándome contra él.

"""

Algo me dice que Sera si es muy despistada. 

Mi respiración se atasca, por un instante siento que el mundo se detiene a mi alrededor. Por la fuerza y la presión, ambos caímos, yo, principalmente y de la manera más torpe caí arriba del señor Arcuri. Mis mano se mantienen en su pecho, tratando de sostener mi cuerpo que si bien, ya junté lo más que pude con el de él. Sus ojos observan los míos, por un segundo estos se desvían hacia mis labios cuáles están entre abiertos tratando de mantener la cordura y el oxígeno en mis pulmones.

—Lo…lo siento muchísimo— aclaro. Su mirada se mantiene fría, serena. Es como si un huracán danzará alrededor de nuestros cuerpos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo