Eryx DeCostello
New York
–Es hermosa la historia, papá – Dijo Jerome – Y han sido muy felices desde entonces, que atrevida nuestra madre para su tiempo. Ahora ya es común eso, nuestra prima, la de Bristol, también le pidió a su marido matrimonio.
Nuestra prima, Selene, había elegido a un hombre que, para nuestro gusto, no era el más adecuado y aunque ella misma lo admitiera ya no quería hacer ningún tipo de arreglo con su esposo, no le iba a entregar parte de lo que ella se había ganado con el sudor de su frente.
–Sí y caro le ha salido ese hombre es un vividor – Mi padre no se callaba nada – Espero que mi sobrina al verme, entre en razón y dejé a ese hombre, ya nos hemos cansado de decirle sus padres y yo.
Era la verdad, nosotros creíamos que se había apresurado mucho en casarse, el hombre era muy simpático y hasta guapo, pero según él no podía encontrar un trabajo que se adecuara a sus necesidades y se la pasaba de ciudad en ciudad buscando trabajo, pues lo único que había era malga