El viaje fue silencioso, ella iba absorta en sus propios pensamientos, él moría por preguntarle en que pensaba pero no cometería semejante infidencia. Así que solo se limitó a manejar hasta el edificio donde había alquilado el apartamento. Una vez en el estacionamiento ambos bajaron del coche y entraron en el ascensor. Una vez allí, Santiago accionó el piso 12. Comenzó la subida, pero pasaban los pisos y el silencio no se rompía, así que él se acercó a ella
– Perdona por no preguntarte si querías venir aquí y solo te traje, pero supuse que tu casa no era una opción en éste momento – ella seguía sin responder – mañana iré contigo a ver cómo podemos acondicionarla para ella – por fin lo miró
– Suenas igual de mandón que tu primo - él quedó descolocado con la comparación, el ascensor se abrió y el sacó la llave para abrir la puerta de su apartamento
– ¿Por qué dijiste eso?
– La pregunta no es esa, la pregunta es… ¿Por