"Sí, Sean. Ella es tu hija".
Sean jadeó. Inclinó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, pensando en lo difícil que debió de ser para Reese criar a un niño desde que se fue de Rose Hills. Recordó que ella le dijo que le costó conseguir un trabajo fijo y que por eso se dedicó a las sesiones privadas. Según ella, el sueldo era bueno, pero los beneficios no. Tenía que pagar el seguro y otras cotizaciones obligatorias por sí misma.
Sean se esforzó para levantarse, empujando con sus brazos y una pierna.
"¿Qué estás haciendo? Ten cuidado". Reese tuvo que ayudarlo a soportar su peso. Le ofreció ayuda con el brazo.
En cuanto Sean logró levantarse, abrazó a Reese con fuerza y dijo: "Lo siento mucho, Reese. Lo siento mucho por todo".
Luego, apretó aún más su abrazo, y con eso, notó como ella estaba tratando de reprimir sus lágrimas. Sean dijo: "Déjame compensártelo, por favor. A ti y... a nuestra hija".
Sean la abrazó por más de un minuto. Luego cuando se separó, le preguntó: "