Capítulo sesenta y nueve. Mía para siempre.
—Te quiero —me dice y asiento, lo sé —. Aunque pienses que no puedo hacerlo si sigo empeñado en acabar del todo con ellos, yo te quiero.
—Y como yo también te quiero a ti tengo que sacarte de esto. Dime que vendrás conmigo si decido irme.
Estamos los dos desnudos en la cama, hablando. Simplemente hablando de nosotros y las posibilidades que tenemos si sigue empeñado en no dejar la venganza en off.
—¡Ven aquí!
Me toma de las manos para que me de la vuelta y me acomode sobre sus piernas, uno desnudo sobre el otro. Más juntos que nunca. Más únicos y unidos de lo que alguna vez pensé tener con él que, por otro lado, es prácticamente mi amor y mi desamor a la vez. Está demostrando que puede confundirme hasta este nivel.
—Me gusta como hueles —le abrazo fuerte. Me encanta hacerlo.
—Quiero que me escuches —acerca nuestros rostros para bajar sus manos a hacerme cosquillas con sus dedos en mi cintura —. Las cosas malas no se olvidan, nunca. De ellas