New – York – Presente.
Rodrigo observaba a su hija con el corazón lleno de orgullo. De vez en cuando miraba a su esposa quien parecía ausente, no le sorprendía su actitud, después de todo lo ocurrido en el pasado ella se volvió así: fría, indiferente, solitaria, las pocas veces que la veía sonreír era cuando estaba junto a la pequeña Isabella.
—Baila, muy bien —murmuró Rodrigo, acercándose al oído de Diana, ella se sobresaltó y giró, entonces sus rostros quedaron muy cerca, tanto que ambos podían sentir sus respiraciones y el calor de sus alientos.
—Lo sé —respondió ella, y volvió a su lugar, cerró sus ojos intentando sobreponerse a su cercanía.
Rodrigo, como siempre buscó un acercamiento con su esposa, pero ella volvió a rechazarlo.
Mientras el programa de los pequeños continuaba los recuerdos volvieron a la memoria de ambos:
Queridos lectores, les dejo un nuevo capítulo, Diana es libre, pero su madre es una verdadera bruja. No olviden dejar las reseñas.