DYLAN

Deteniendo mi Audi al final de mi entrada, abrí la puerta de golpe. La luz anaranjada llenaba el aire. Aunque era inusual que llegara a casa antes del anochecer, la conversación de la semana pasada con Lucas me había hecho pensar diferente sobre las cosas.

Tal vez estaba trabajando demasiado. Tenía razón en que no le sería útil a nadie estando muerto.

El problema, sin embargo, era que simplemente no tenía nada que hacer cuando no estaba trabajando. Solo podía pasar cierto tiempo en el gimnasio. Los compromisos sociales, en su mayoría, me aburrían. A estas alturas, parecía que Lucas era la única persona con la que me interesaba hablar fuera del trabajo.

¿Una película entonces?

No. Eso me hacía sentir aún más desanimado.

Podía llamar a una chica. Amanda o Kyla.

Mis entrañas se retorcieron. Ni siquiera eso me atraía. A veces, estar con una mujer me recordaba todo lo que no tenía, todo lo que me costaba creer que alguna vez encontraría.

— ¡Jimmy!

El grito me hizo detenerme y