Después de acompañar al anciano durante el año nuevo, los dos regresaron al hotel.
En la sala del hotel, Elena miró a Silvio con gran timidez: —Oye, tú... ve y reserva otra habitación.
Silvio la miró con bastante extrañeza. Ella evitó por un momento su mirada y le dijo en voz baja: —Ya cancelé la suite presidencial que habías anteriormente reservado. Solo estoy yo, no necesito una habitación tan buena, eso sería un desperdicio.
Él la miró sorprendido y luego, con gran resignación, dijo: —¿De verdad crees que no puedo permitirme ese gasto?
Elena negó con la cabeza rápidamente: —Realmente no es eso, solo pienso que es un gasto innecesario. Aunque tengas dinero, no deberías gastarlo así.
Había reservado la habitación más lujosa, y aunque el hotel no era de gran categoría, costaba seis miles por noche. Elena sentía un poco de pena al pensarlo.
Su salario de antes era más o menos esa cantidad.
Él soltó una pequeña risita: —Si crees que es un desperdicio, entonces supongo que no necesito res