—No quiero que me regañes y mejor vamos a un lugar más privado y me cuentas lo que me tienes que decir.
Salgo de la cocina y mi esposo viene detrás de mí diciéndome lo que no puedo hacer, ya que la doctora dijo que tendría que tener una dieta balanceada, mientras camino le digo que no dejaré a un lado los antojos por lo que la doctora dijo.
—No puedes hacer eso amor—suplica.
No quiero ir a la habitación porque me desespera saber que es lo que me tiene que decir por eso me dirijo a la biblioteca. ¡Claro que me emociona verlo!, pero ahora me interesa saber lo que a mí me gustaría oír.
—Me emociona que estés amor, pero tengo mucha curiosidad en lo que me tienes