*—Charlie:
Había terminado de trabajar o, mejor dicho, había mandado a Elizabeth a casa y él había hecho lo mismo. No tenía ganas de trabajar. No después de lo que había hecho, de lo que le había hecho a Jenna. Era el hijo de perra más grande del planeta. Era muy cruel.
Charlie hizo una mueca y miró hacia su derecha. Sobre el asiento del copiloto había una pequeña caja negra con un lazo azul. Después de haber salido del trabajo había pasado por la joyería a recoger el pedido. Cuando había visto el anillo le dieron ganas de golpearse a sí mismo. El anillo era de plata con un zafiro en corte princesa. Azul como sus ojos. Maldición. Se odiaba a si mismo por ser tan imbécil y decidir romper con ella tal día. ¿Qué se supone que haría con el anillo ahora? Dudaba que Jenna lo acept