Mi madre no dejaba de observarme, mientras yo, rápidamente recogía mis cosas, corriendo de un lado a otro por toda la casa. Volví a mi habitación por un abrigo y al salir mi madre me mataba con sus verdes y enormes ojos.
-¿No dijiste que era tu amigo? Lo besaste frente a mí.
-Lo era mamá, cuando llamaste ayer, aún lo era.
-¿Entonces?
-Ayer se me declaró, y le dije que sí.
-¿Y se queda a dormir?
Entendí a mamá, su preocupación era que hubiéramos dormido juntos, tengo diez años viviendo sola y ahora se preocupa por mi vida sentimental.