De modo que empujó la puerta y entró, siguiendo el sonido de la risa.
Encontró a una pequeña jugando en un rincón con muñecos de madera tallados por Rael.
—Néstor puedo explicarlo. Solo prométeme que no le dirás nada a tu padre—, le pidió angustiado tanto por su vida como por la vida de la pequeña