La ayudó a levantarse y ella reconoció que sentía la espalda entumecida, él la llevó hasta el baño, le subió la bata, la ayudó a bajar las bragas y esperó hasta que estuvo sentada.
–Necesito estar sola para continuar.
–De acuerdo, pero estaré en la puerta.
–No tan cerca, yo te llamo.
Renán rodó los ojos y salió, sin embargo, entendía esa parte así que salió, cerró la puerta y se retiró hasta la ventana, pero atento a cualquier llamado de ella.
–Estoy lista –escuchó y se apresuró a entrar para ayudarla a llegar hasta la