El silencio volvió a reinar en el automóvil, pero el señor Mantis hizo una llamada telefónica que la llenó de satisfacción, porque frente a ella ordenó que se hiciera la documentación pertinente para convertirla en socia junior de su firma de abogados.
–Muchas gracias señor Mantis.
–Lo prometido es deuda señorita Delonardo y usted ha demostrado ser una pieza muy valiosa para mi grupo de empresas, eso debe ser reconocido, valorado y recompensado.
–No lo decepcionaré, haré mucho honor a ese reconocimiento.
–¿Sabe qué? Puede tomarse el resto del día señorita Delonardo,