Todos los presentes se quedaron sorprendidos, cuando vieron a Marcos tomar al médico por el brazo y caminar con él hacia la puerta, ante las protestas del médico.
—¿Cómo se atreve a sacarme de mi propio consultorio? ¡Esto es un atropello! —exclamó el hombre indignado.
—¿Atropello? Atropello para mí es usted aprovechándose de su condición de médico, quiera meterle la varita a mi esposa… —el médico lo miraba como si fuese un bicho raro o como si se hubiesen vuelto loco, pero Marcos permaneció tranquilo—, por eso se encargará la doctora, porque yo me opongo rotundamente a que usted lo haga.
» Ahora siéntense allí en la antesala y espere a que la doctora atienda a mi mujer —y sin dejarlo agregar ninguna palabra adicional, le cerró la puerta en las narice