Capítulo 4. Inconvenientes.

Corrí olvidando todo y salté zambulléndome en el agua, sacando el cuerpo de la pequeña chica que sangraba.


—¡Dooomm! – ¡Dios, hay mucha sangre! mi hermano giró y corrió hacia mi tomándola en brazos, la aglomeración de gente no se hizo esperar y la preciosa abrió los ojos, yo me senté en la orilla de la piscina para pasar el susto y sacar mis pertenencias mojadas del bolsillo.

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