-¡Ian, Ian, respira, respira, Ian respira!-
Le había golpeado demasiado fuerte.
Los recuerdos se le agolpaban unos sobre otros.
Sin poder procesarlos de poco en poco.
-¡Alex, Alex, necesito que me ayudes, Alex!-
No veía bien las figuras.
Únicamente diferenciaba que eran dos...
Hasta que notó cómo un par de manos se posaron en su pecho y una voz masculina pero suave le decía:
-Tranquilo Ian, tranquilo, tu hermana está contigo...y yo también-
Lentamente, Ian fue cayendo en un extraño estado de letargo...
Y cerró los ojos.
Alexander se incorporó y se volvió a su esposa.
-Un ataque de ansiedad-
Alice se mantenía cruzada de brazos.
-Creo que...le devolví los recuerdos demasiado rápido al...llamar al lobo- se lamentó.
Alexander se aproximó hasta ella.
Alzándole el rostro por el mentón, le besó candorosamente para después musitarle sobre los labios:
-Intenta ser más...suti