—¡si…! ¡Así! ¡Qué rico!
—sentí como mi mujer empezaba a tensarse y supe que tendría su liberación.
—¡Adriano!
—bajé mis besos por sus muslos hasta llegar a sus pies, metí sus dedos en mi boca y comencé a lamerlos, todo esto bajo su atenta mirada, pude notar que este era uno de sus puntos débiles. Porque comenzó a calentarse nuevamente, después de hacer lo mismo con ambos pies, la coloqué boca abajo y subí mis besos hasta sus glúteos, los cuales azoté y lamí.
—¡Ahh!
— ¿te gusta pequeña traviesa? Tomé su cabello en mi mano, la atraje hacia mí y besé el lóbulo de su oreja, ¡te voy a devorar entera! ¡Esto será solo un pequeño adelanto de lo que te espera cuando seas mi esposa! Le di un fuerte azote, tomé mi miembro y la penetré de forma brusca.
—¡ADRIANO!
— ¿¡Oírte gritar mi nombre es los mejores placeres que he tenido en mi vida! Dejé de lado la cordura y actué como el animal que soy cuando estoy en la cama, en la habitación solo se escuchaba el choque de nuestras pieles y los gritos de