Elizabeth Morgan
Para manejar mi empresa, debo ser fuerte ante cualquier circunstancia, incluso que mi nombre sea sinónimo de miedo.
—Llego a la empresa, y me coloco la máscara de frialdad, no me sorprende ver a Christian mirando el reloj en plena recepción.
El no me quitara la paz, camino con la frente en alto –Buen día señora Morgan. — me saluda la recepcionista.
—Sabia que pronto empezarías a incumplir el horario, no tienes madera para esto. —
—Christian, soy la jefa puedo llegar a la hora que me dé la gana, además al único que tenía que darle cuentas esta tres metros bajo tierra, si sigues probando mi paciencia, te va a arrepentir.—Le digo en voz baja.
— ¿Me acabas de amenazar?— Cuestiona y lo miro con gesto aburrido, mientras se abre el ascensor.
—Tómalo como mejor te parezca. — Le digo entrando a el mismo, con la mala suerte de que el entra conmigo, dejando fuera a mi guarda espaldas que fue por un maletín que olvide en el auto, es importante para mí, contiene mi rapto persona