CAPÍTULO 27
Los días se convirtieron en semanas y luego en meses, pero aún no ocurría nada. De hecho, el vínculo entre Diego y Tanya parecía fortalecerse y mejorar. La manada del Tártaro prosperó aún más y no había rastro del enemigo. El miedo de Tanya se desvaneció al aceptar su condición de banshee. Aprendió a controlar sus habilidades, pero en algún lugar de la manada de sombras, Ronan ansiaba atacar.
Durante meses estudió el mapa del Tártaro, planeando y replaneando, asegurándose de que no lo atraparan. Se repetía a diario que no era su culpa, sino de Tanya, porque una y otra vez se empecinaba de forma irracional. Y entonces llegó el día del ataque. Un día en que la seguridad de la manada se relajó. Llevaban meses haciendo un buen trabajo, pero sin señales de intrusos, empezaron a relajarse.
Ronan aprovechó la oportunidad para colarse por la salida trasera, donde se encontraba la habitación de Tanya. Esa noche, después de que Lolita se despidiera, Tanya perdió tiempo en retirarse