Maddi se puso pálida cuando lo vio señalar su vientre.
—¿Te volviste loco? ¡No puedes...!
—¡Sí, sí puedo! ¡Claro que puedo! Porque por si se te olvidó, bonita, declaraste que ese hijo era mío en un juzgado, bajo juramento —escupió y Maddi se puso lívida—. ¡Eso, exactamente! Estuve revisando los vi