Nathan parpadeó despacio, tragando saliva. ¿Decirle algo? ¿Decirle qué?
—¿Te sientes mal? ¡Dime la verdad, nena, no te puedes callar estas cosas...!
—Te quiero —confesó Meli y al hombre frente a ella se le erizó hasta el alma.
—¿Eh...? —Los labios de Nathan se movían pero no salía nada—. ¿Es en s