DAVID
A cada instante observaba la pantalla del teléfono, esperando una respuesta de Dory. Pero no respondía a mis llamadas y mucho menos a mis mensajes. En la mañana, cuando desperté, me encontré a solas en su cama. Dormí placidamente que ni siquiera me di cuanta de cuando ella se fue.
De cierta manera me sentí decepcionado al no encontrarla a mi lado y peor aún porque no respondía ningún mensaje. Iban veinticuatro horas sin saber nada de ella. Puesto que regresé a su apartamento y nadie abrió la puerta. Iba de camino a la casa de mi amigo, tenía una cita con la amiga de Dory y pues iba a irrumpir su momento romántico.
Toqué el timbre un par de veces hasta que escuché pasos acercarse a la puerta.
—¿David, qué estás haciendo aquí? —inquirió al verme parado frente a su entrada.
—Hola amigo. Espero no interrumpir algo importante. —dije al mismo tiempo que ingresaba a su apartamento. —¡Ana! Es un gusto verte.
Ella estaba sentada en una mesa con decoración romántica. Miré hacia mi am