Capítulo sesenta y tres
El mayor susto
*Cassandra Di Lauro*
Le han disparado...
Podría jurar que la sangre deja de circular y se congela en mis venas. El aire me falta al punto de que no consigo oxigenar mis pulmones.
Puedo sentir los latidos de mi corazón en mis sienes y va tan rápido que tengo miedo a que se detenga en cualquier momento.
«Necesito verte», recuerdo su extraño tono en aquella llamada.
La cabeza me palpita en tanto el líquido ácido viaja desde la boca de mi estómago hasta la garganta.
Es una sensación extraña que no me gusta sentir, pero no sé como esquivar.
Veo a mi marido gesticu
Bueno, como dicen por ahí: "Bicho malo nunca muere". ¿Qué querrá Gibson con Cassandra? Ya lo sabremos