CORBAN
—¡No puedo creer que seas tan incompetente! —estalla mi padre en cuanto llegamos a la casa, después del inconveniente.
—No me importa lo que pienses de mí, padre, es ella a quien quiero a mi lado, como esposa y...
Mi padre me lanza un puñetazo certero en el estómago, sacando el aire y doblándome.
—No digas estupideces, tú te casarás con Valantine, y punto, si quieres a esa puta como amante, bien, pero casarte con ella no es una opción —brama mirándome como si fuera una cosa insignificante y no su propio hijo, su sangre—. Está en juego mucho dinero y esa muerta de hambre no arruinará mis planes