Tonta, tiene novia, es obvio, un tipo tan apuesto como él jamás tomaría en serio a alguien como yo.
Pongo mis manos sobre su pecho y lo empujo, y Enzo, de mala gana empuja una última vez sobre mí, y luego se levanta. Me acomodo el vestido y recojo de manera humillante, la poca dignidad que me queda.
—Tengo que irme —musito dirigiéndome hacia la puerta.
Enzo asiente pensativo.
—No olvides que el Lunes entras a trabajar, cuando llegues hablaremos de tu sueldo y...
No le doy tiempo a seguir hablando, abro la puerta y enseguida entra una rubia de ojos azules, me mira por debajo del hombro cuando pasa y me regala un ligero empujón.