Tomo el cheque y lo rompo lanzándole los pequeños pedazos en sus narices.
—Hasta nunca, Corban Smith.
Sin esperar a que me dijera más, salgo de su oficina y al dirigirme al ascensor, termino chocando contra alguien.
—¡Puaj! —una chica pelirroja, de ojos oscuros y pecas visibles con cuerpo de sirena, me mira con repugnancia de pies a cabeza—. Fíjate por donde caminas.
—Lo siento —murmuro una disculpa.
—Como sea —la chica puso los ojos en blanco, giro sobre sus talones y enseguida se dirigió hacia la secretaria que estaba a las afueras de la oficina de Corban.
Me detuve e ignorando al mundo entero, apreté el botón del ascensor.<