-¡Ah! - una mano empujó la puerta, dejando la marca de los dedos en la madera. Era una mujer, más baja que Elizabeth. Tenía la cara manchada. Uno de sus brazos no se movía cuando entró asustada y trató de cerrar la puerta con prisa; sin embargo, algo bloqueó la madera antes de que llegara a topar al marco - ¡ah, estás loco! - gritó, alterada.
La puerta fue empujada. Laura no fue capaz de detenerla con un sólo brazo; así que dio pasos atrás. La sangre que manchaba su cara se derramó poco a poco. María levantó la cabeza, forzando el cuello a sostenerse. La vista era aterradora. Los vellos de su cuerpo se erizaron cuando otra figura cruzó el umbral.
Los ojos blancos, tanto arriba como abajo de las pupilas, enfocados en la mujer que retrocedía.