Los Desafíos de la Unidad
El amanecer dorado sobre Veridia no significaba la ausencia de sombras, sino una nueva luz que las hacía visibles. La primera década del reinado de Kaida había sido un testimonio de prosperidad y justicia, pero la consolidación de un harén inverso en el trono traía consigo desafíos tan complejos como las intrigas de la antigua corte. La aceptación de Conan, Orlo y Gonzalo como consortes reales no fue unánime. Si bien el pueblo, que había sido testigo de su lealtad y sacrificio, los aclamaba, una facción de la nobleza, aún arraigada en las viejas tradiciones, murmuraba sobre la "indecencia" y la "ilegitimidad" de tal unión.
En la privacidad de sus aposentos, más grandes y lujosos que la humilde bodega, pero carentes de la frialdad de la mansión Lancaster, Kaida se encontraba cada noche con sus tres amores. La dinámica era un delicado equilibrio de afecto, respeto y entendimiento mutuo. Conan, con su naturaleza protectora y pragmática, era el ancla de su corazó