"Ricardo"
Conduje a mi casa con Anabel sentada a mi lado en un silencio cortante. Esa chica no era tonta, sabía exactamente lo que quería y cómo lo quería. Tuve que hacer un esfuerzo monumental para prestar atención al tráfico y no saltar encima de ella, que cruzaba y descruzaba las piernas haciendo que ese vestidito corto subiera aún más. Estaba sintiendo como si mi cuerpo estuviera despertando de un largo sueño y estaba despertando con mucha hambre.
Estacioné el auto en el garaje y abrí la puerta para que Anabel bajara. Salió mirándome con esos ojos que parecían en llamas. Abrí la puerta lateral, que daba acceso a la cocina y entramos. Indiqué el camino a la sala y ella pasó frente a mí. Aproveché para observarla caminando, tenía un andar ligero y elegante, pero el movimiento de su cadera realzado por ese vestido era una verdadera prueba de control.
Cuando llegamos a la sala, sin decir una palabra, me acerqué por detrás y pasé el brazo por su cintura pegándola a mi pecho. Jadeó y