“Alessandro”
—Sam, ¿cómo está Catarina? —pregunté deteniéndome frente al escritorio de mi secretaria.
—¡Mal! ¡Pésimo! ¡Horrible! Pero la señora Margarida le hizo un té y se calmó. Ahora estoy aquí con un montón de trabajo, pero como la dejé también con mucho trabajo que hacer y no escuché más llantos, no volví a su oficina —me respondió Samantha.
—Voy a hablar con ella, necesito que sepa por qué voy a hacer esta mierda —dije y caminé hacia la oficina de Catarina.
—Alessandro, no molestes a mi amiga de nuevo. No sé si esta mierda tiene justificación —me advirtió Samantha.
—Lo siento, pero necesito hablar con ella —me di la vuelta y entré a la oficina.
Cuando miré, Catarina tenía la cabeza agachada sobre la mesa y los ojos cerrados. Me acerqué y la llamé en voz baja, pero no respondió. Insistí y nada. La tomé en brazos, estaba completamente dormida, abrí la puerta de la oficina de Patricio, que estaba en su escritorio y solo levantó los ojos hacia mí como preguntando qué estaba pasando.