La puerta de la oficina se abrió y un grupo de mujeres capitaneadas por Melissa entraron.
—¡Qué mierda hiciste ahora, Mellendez! —Melissa resoplaba de rabia.
—Melissa, ahora no —pidió Alessandro.
—¡Ahora sí! Te lo advertí, Mellendez, que no te metieras con mi amiga —Melissa se sentó a mi lado y me abrazó—. ¡Vete afuera, tus amiguitos están en la recepción, déjanos cuidar de Cata! ¡Anda! ¡Está furiosa!
Alessandro se pasó las manos por la cara, me dio un beso en la frente y salió. Levanté la vista y vi a mi alrededor a mis amigas: Melissa, Samantha, Taís, Virginia y Manu.
—Sam llamó tan pronto como sucedió todo y vinimos rápidamente a estar contigo —explicó Taís—. Rick ya nos contó lo que pasó.
Me sentí acogida por esas mujeres que eran mis amigas y que dejaban todo para acudir en mi ayuda.
—El mundo se me está derrumbando de nuevo —dije llorando un poco más.
—Cata, cálmate. Alessandro hizo lo correcto, mandando a Patricio a llevar a esa niña diabólica a hacerse un examen confiab