Capítulo 24

Después de mi intento fallido de saber qué carajos pasa en el apartamento de mi vecina decidí fumar, pero adivinen quién no tiene cigarrillos, por pendeja estoy pensando si debo salir del calabozo de donde estoy invernando. –"A la mierda, si eres amiga hasta de los policías por el camino que vas, estás preparando tu camino a la propia deportación"-.  Me pongo unos jeans, mis botas, tomo un abrigo y un gorro ya son las 10 p.m. El frío debe estar que arde y no precisamente en el infierno. Ahora que menciono "infierno", tengo varios días que no veo al dios reencarnado en un dios del Atlantis perdido que subió a la tierra y vive al lado, extraño ver esa sonrisa rompe-bragas y esos ojos que causan mil y una emociones en este cuerpo corrompido por el mismo pecado del infierno Hades.

Abro la puerta de mi apartamento y me dirijo al pasillo, y veo al dios del infierno. –¡Joder; e
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