La moneda con doble cara.

Mary seguía enfada con lo que había pasado la noche anterior. Todavía no creía que realmente hubiese sucedido semejante cosa. Sentada en la salita de huéspedes, bordaba un tejido que desde hacía un tiempo estaba tratando de terminar. Siempre le había gustado bordar, tejer, confeccionar cosas, eran su pasatiempo, al igual que el jardín. Aquel día era distinto, aquel día ella sentía fastidio y rabia por aquel hombre que desde que había llegado a su vida no traía más que problemas. No sabía cómo iba a reaccionar cuando se encontrara delante de Christopher, ni tan siquiera sabía si tendría el valor de confesarle lo que había sucedido ayer. De todas formas ella trataría de contárselo y pedirle que no la importunaran más con esas relaciones tan banales y desagradables.

Christopher entró como todas las mañanas lo hacía sin presentarse, solamente pasaba sin permiso, ya ella se había acostumbrado   "Buenos días , mi querida dama. Está usted preciosa hoy"  Ella lo miró con sorna y contestó  "¿Me estaba hablando a mí o estaba hablando de Anna?"  Él se quedó de piedra. No sabía cómo reaccionar ante aquella pregunta. Pero ¿De qué narices estaba hablando aquella mujer?  "¿Se podría saber de qué estás hablando Mary?"

"Estoy hablando de su amante, claro está"  Ella le sostuvo la mirada y él se sentó enfrente de ella.  Su cara mostraba disgusto e incomodidad  "¿De dónde ha sacado semejante desfachatez?"  Ella contestó mortificada  "¿Está insinuando que estoy mintiendo?"

"De ningún modo"   se apresuró a decir   "No sería capaz de pensar semejante cosa"

"No trate de ocultarme algo que es evidente milord"  Él se percató de que ya no lo tuteaba. Estaba molesta, él conocía los estados de ánimo de las mujeres perfectamente y ella era como un libro abierto  "Estuvo aquí anoche para advertirme que no me interpusiera entre la relación de los dos"  Él se levantó y comenzó a caminar por la sala exasperado. Pero en qué demonios estaba pensando Anna para venir a la casa de Lady Wellesley y reclamarle semejante barbaridad. Tendría que explicarle algunas cosas a Anna después, pero primero,quería encargarse de Mary.

"Te pido mis disculpas, querida, eso no volverá a pasar. Me aseguraré de que ella no te importune más"  mirándola detenidamente agregó   "No tienes que estar celosa"  sonrió ante esto último. Ella se apresuró a contestar  "No tiene nada que ver con celos milord. Solamente que a mi no me interesan sus asuntos amorosos con otras mujeres y quisiera que me mantuviera al margen de todo por favor"

"Mary, ya le dije que me tuteara. No te preocupes eso no volverá a ocurrir"  Ella regresó al bordado asintiendo con la cabeza.   "Ahora a lo que he venido hoy. Quisiera extenderte una invitación para que vayamos a cenar con mis padres esta noche. Te quieren conocer y bueno insistieron en que tenían derecho de conocer a la mujer que iba a heredar la herencia de los Wimilton"

"Bueno, puedes estar tranquilo que asistiré con gusto"  Su hipocresía se hizo notar en ese comentario.  "Entiendes que tenemos que pasar por este tipo de situaciones para probar que vamos en serio con lo de nuestro casamiento querida. No me agrada tener que hacerlo pero es uno de los requisitos para poder seguir con nuestro acuerdo"

"Lo entiendo, no se preocupe, me comportare como toda una dama y trataré de complacer a sus padres"  Él le dio un beso en la mano de agradecimiento pero ella retiró rápido el brazo de el apoyabrazos del sillón.  "Por favor no quiero que me toque, no estamos en presencia de nadie, para eso tiene a Anna"  Él la miró sorprendido por el comentario. Estaba molesta pero no quería admitirlo, no podía dejar sus emociones apoderarse de ella. Si eso pasaba perdería la batalla totalmente y sufriría hasta el último de sus días.

La miraba con un pequeño sentimiento de alegría. Se notaba a leguas que estaba celosa pero era muy orgullosa para decirlo. No sabía que ella pudiese estar celosa de Anna. Pero a pesar de todo lo que pensaba eso lo alegraba, por lo menos no lo miraba con sentimientos de odio totalmente. Era un avance, quizás hasta podría conquistarla en el futuro y que ella se rindiera a él. En todo caso sería ella porque él nunca se enamoraría de ninguna mujer. Lo tenía muy seguro. Después de todo ella haría lo que le pidiera y eso tendría sus ventajas. Ella no le era del todo desagradable a sus ojos. Era una mujer muy preciosa y desde hacía rato se había imaginado sus cuerpos encontrándose, acariciando cada centímetro de su piel blanca y dejando un rastro de besos llenos de pasión desde la cabeza hasta los pies.

En esas estaba cuando se percató que Mary se le había quedado mirando esperando una respuesta a su pregunta   "Disculpe Mary, es que bueno, tengo muchas cosas en mi cabeza ahora mismo. ¿Me podría repetir la pregunta?"

"Le estaba preguntando cuál sería el atuendo apropiado para la cena"  Le sonrió y se acercó a ella    "A mis padres les gusta mucho el lujo y la buena vestimenta. Así que si tienes un vestido de noche bonito sería ideal"   se sentó de nuevo delante de Mary y continuó   "Si no tienes vestido me dejas saber así te compro uno de regalo"   Ella se apresuró a decir un tanto molesta  "no hace falta milord. Tengo muchos vestidos de noche. No puedo permitir que me consienta tanto. Me voy a malacostumbrar"  Él la miró con cara de juegos   "Yo estaré aquí para malacostumbrarte por el resto de nuestras vidas entonces"

"No necesito que nadie me mal acostumbre, para eso me tengo a mi" Ella lo miró con molestia. En otras circunstancias lo hubiese tomado con ánimo coqueto pero dado los acontecimientos odiaba que él se mostrara afectuoso con ella. Los dos sabían que tenían que enfrentarse al hecho de que ninguno de los dos tenía lazos afectivos con el otro. Mary no podía soportar el hecho de que todos los caballeros de Londres supieran que él estaría casado y conservaría a su amante. No era tonta; sabía que entre los hombres conversaban de esos temas. Sería el hazme reír de Inglaterra entera.

Quería que todo desapareciese y volviese a la normalidad de la niñez donde vivía sin preocupaciones. Ella estaba siempre jugando afuera con Rose y su nana o estaba conversando sobre alguna historia increíble acerca de un conejo que se había acercado para saludar a su madre sentada en su regazo.

"¿A qué hora la puedo venir a recoger?"   preguntó él. Ella contestó   "Puede pasar a las 7"

"Pues está todo listo" asintió Christopher con resolución   "¿Quisiera dar un paseo conmigo Mary?"

"No tengo acompañante en estos momentos milord, sería inapropiado estar a solas con un caballero, daría mucho de qué hablar"  Él rió en lo bajo y levantándose le respondió en tono coqueto  "Me parece que si ya nos encontramos solos, sería una pérdida de tiempo que una chaperona la acompañe"  tomó su mano y le instó a que se levantara del asiento y dejara el bordado.   "¿Pero qué hace Milord?"   Mary lo miró estupefacta. Se estaba volviendo loco, o quizás un caballo había golpeado su cabeza. Era inaceptable instar a una dama de esa forma.

Christopher respondió que lo siguiera y ella aceptó de mala gana porque sabía que no la dejaría en paz si no accedía a su pedido. Caminaron rumbo hacia el jardín de la casa, lugar donde Mary pasaba sus tardes cuidando del jardín. Tenía un sendero en el medio que hacía recorrer todo el lugar. Era muy colorido y con mariposas retozando por doquier. Esa mañana estaba hermosa, el cielo era de un azul celeste y la brisa era muy agradable. Ella estaba con su vestido matutino color rosa claro. Era un vestido bastante sencillo pero muy bonito. Estaba ceñido a sus cintura y para la parte de abajo un delicado tul que le caía en capas con unos pocos brillos que la hacían ver como un hada del bosque encantado. Él le contaba cosas muy agradables y divertidas acerca de su infancia y de cómo el pequeño y penoso Christopher pasaba a ser todo un granuja y guapo joven.

Ella estaba fascinada en la forma que él hablaba, en como contaba sus divertidas historias. No sabía que pudiese ser tan encantador. Pensaba que solo era un engreído que se aprovechaba de las mujeres y después salía huyendo al primer signo de compromiso. Este lado de su personalidad era más cordial, mucho más amable y hasta podría decir encantador.

Se habían sentado en el banco que estaba en el medio del sendero del jardín a tomar un descanso. Mary se había puesto de repente muy nerviosa, él la había tomado por sorpresa siendo un perfecto caballero y esto la había desarmado, no esperaba esa actitud de su parte. Lo miraba embobada sabiendo que ese momento duraría poco, así que aprovecharía cada segundo.

"No sabía que eras tan activo cuando eras un niño" comentó alegre   "Yo siempre he sido muy traviesa cuando niña. Mi nana y Rose se pasaban la vida detrás de mí, tratando de controlarme y de decirme que las niñas tenían que comportarse con decencia, cosa que nunca lograron en mí"  Ella mostró una sonrisa que podía desarmar a cualquier soldado. Christopher se quedó mirando sus labios y en la forma que tomaban al reírse. Era encantadora, irresistiblemente atractiva. Un calor se asomaba en su entrepierna cada vez que la imaginaba en su cama   "Pues yo nunca hice caso ni tan siquiera a mi padre. Me estuvieron dando clases desde muy temprana edad puesto que yo sería el próximo en línea para tomar la herencia Wimilton. Ahora esperan mucho de mi y bueno no es que haya estado a la altura de sus expectativas precisamente"  dijo pensativo.

Por un momento Mary se permitió bajar la guardia y tratar de conocerlo un poco más. De todas formas iba a tener que verlo por el resto de sus vidas así que, qué más daba tratar de mantener una amistad   "No te martirices, a muchos les pasa lo mismo. Los padres se esmeran a que sus hijos sigan todos sus pasos para poder presentarlos en la sociedad"   Christopher la miró con ternura  "Usted es una mujer muy encantadora. Me hubiese gustado haberla conocido antes, quizás hubiese sucedido algo entre nosotros si la hubiese cortejado"   Mary se sonrojó   "No creo que hubiese pasado. Yo me pasaba la vida alejada en los rincones del salón esperando a que nadie me notase y que la velada acabara para poder regresar a casa"

"Si no le gustaban los bailes entonces ¿por qué asistió?"

"Mis padres insistieron en que tenía que presentarme en sociedad y buscar un esposo para poder casarme. No querían que su hija acabase sola y sin protección de un hombre" se le aguaron los ojos solamente de pensar en el recuerdo de sus padres cada vez que la abrazaban.   "Siento mucho por lo pasado con sus padres. Todo Londres sintió la pérdida de Lord y Lady Wellesley"   dijo con mucho cuidado sabiendo que era un tema un tanto delicado para Mary.

"No tiene por qué sentirlo. La verdad ya lo he superado y he aprendido a vivir con los mejores recuerdos que tengo de ellos"   ella lo miró con amistosa empatía  "pero muchas gracias por sus deseos"

Se había instalado un ambiente tan acogedor que ninguno de los dos quería marcharse. El jardín estaba encantador con su ambiente tranquilo. Christopher estaba disfrutando de su compañía tanto como ella. Las mariposas revoloteaban por doquier y las flores regalaban lo mejor de su aroma. Él se giró hacia ella y se fue acercando poco a poco. Mary sorprendida por su cercanía inclinó hacia atrás hasta quedar de espaldas contra el espaldar. Él levantó la mano y le comenzó a acariciar el rostro, la quijada, los labios explorando todo con las manos.

"¿quue.qu...queee está haciendo?"  preguntó Mary nerviosa por el rumbo que estaba tomando.   "No te preocupes, no voy a hacer nada que te haga daño"   dijo mirándola intensamente a los ojos  "Solamente quiero darte un poco de atención para que te sientas más cómoda cuando estemos delante de mis padres. Recuerda que ellos piensan que estamos enamorados"

"Si, lo sé, pero no es correcto lo que está pasando sin una acompañante"

"¿Por qué me tiene tanto miedo Mary?"

Ella apartó la vista y él la asió de la quijada para que lo volviera a mirar. Sentirlo tan cerca había empezado a proporcionarle un extraño sentimiento agradable que no le gustaba. Tenía delante de ella al hombre más apuesto que hubiese podido conocer. Los demás hombres eran opacados cuando él estaba presente. Siguiendo con su exploración Christopher agarró uno de los mechones sueltos de su cabello.

Cada vez que la acariciaba sentía un cosquilleo en el vientre. Sentados en el banco del jardín estaban los dos inmersos en la mirada de cada uno. Ella tratando de no parecer perturbada por sus caricias, él tratando de sonsacarle y buscando que se relajara. Como le gustaba contemplar su reflejo en los ojos verdes de Christopher. Era como estar mirándose en una laguna de aguas cristalinas.  Christopher quería besarla tan fuertemente que estaba al borde de la desesperación. Pensó que no tenía nada que perder y la besó.

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