Cuando llegaron a casa, Ernesto encontró de nuevo su valor y tomó a Laura del brazo con fuerza y la llevó hasta la cocina.
-¿Por qué estaba ese hombre ahí contigo, Laura? –
-Ya te lo dije… Por favor… Suéltame. –
-¡Contesta lo que te pregunto! –
-Me duele… Él llegó ahí cuando te estaba esperando… Por favor, Ernesto. – gimoteó ella mientras sentía que el brazo se le partía.
-¡Dime la verdad! – exigió mientras la sacudía con violencia.
-Te estoy diciendo la verdad… Yo estaba esperándote y él apareció… Ernesto, por favor… Me lastimas. – contestó Laura mientras trataba de aguantar los sollozos.
-Tú me lastimas más con tus mentiras… Dime la verdad…-
-¡Es la verdad, Ernesto! Me duele mucho… Por favor… por favor… -
-¿Te has acostado con él? – preguntó Ernesto.
-¿Qué? ¿Cómo puedes pensar eso? Suéltame por favor… -
-Está bien… Te creo. Pero si te acuestas con ese hombre, lo pagarás. ¿Entendido? – susurró Ernesto cuando esa idea pasó por su mente.
-Amor… Me duele… -
-Está bien, te creo. ¡Pero qu